Pues si cada vez lo tengo más claro, el individualismo, el mirarte el ombligo, el yo por el yo ha ganado. Y aunque esté de moda expresiones como no dejar nadie atrás, la realidad es tozuda o por lo menos en la que me muevo, y no veo ni percibo lo contrario.
Lo cuál me preocupa doblemente, por una parte, como
Trabajador Social, ya que mi “ambiente” mi “mundo” es el de la profesión, y me
resulta muy complicado, incoherente y fuera de toda lógica, un trabajo social
individualista, que no piensa ni aborda junto al otro sino por si y para si mismo/a. Y por
otra parte respecto a la sociedad que se está construyendo, aquella de sálvese
quien pueda… la ley de la selva, porque ya sabes “yes you can” y si no la culpa
es tuya.
No quisiera ser del todo pesimista, y si quiero pensar que estamos
en un momento cíclico, y contradiciendo al poeta, si volverán “las oscuras
golondrinas”, aunque no vuelvan las que conocían nuestros nombres, porque la primavera
vuelve a nacer y aún, como humanidad, nos puede quedar una nueva oportunidad
donde el Trabajo Social debiera ser ejemplar y esencial.
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