Pero como si hubiera sido de un día para otro, y sin
querer saberlo, la muerte del menor en la orilla de esa playa mostrando toda su
crudeza de cómo ellos son los más débiles ante cualquier situación, ha obligado
a que no se haya podido mirar para otro lado, y forzado por la opinión pública,
los gobiernos aún a marcha muy lenta, han tenido que comenzar a mover ficha.
Hasta ahora los refugiados por guerras y catástrofes
los percibíamos a cientos de kilómetros y nuestra solidaridad se limitaba a dar
aquello que nos sobra, casi siempre a través de un recurso económico, pero en
esta ocasión esos refugiados los vamos a tener en nuestras calles y en nuestras
puertas, y aunque ya comienzan las campañas solidarias, no hay que confundir
esto con los derechos que les amparan y al que están obligadas todas las
administraciones a ejercitarlo, no sea que para unas cosas si lleven el listón
de la ley a su último extremo, y para otras se solventen con declaraciones,
reuniones, comisiones, estrategias en papel … como se suele decir cuando no se
sabe que hacer o no se quiere hacer nada, se tira de manual, se crea una
comisión, el problema ya está resuelto.
España al igual que el resto de países europeos no
está a la altura de la situación, que como digo no es sino que cumplir con la
legalidad vigente, expresión que estos días se escucha mucho cuando se habla de
otros problemas que tenemos en nuestro país. Se ha llegado a decir que los
problemas económicos que sufrimos no nos permite acogerles, que algunos son
terroristas, o que esto podría suponer un efecto llamada, jugando al discurso
de la confusión entre inmigración y refugiados. Sobre esta última cuestión
aportar los datos que sobre inmigración ofrece el INE, y en lo que va de crisis
(2008-2014), España ha sufrido un saldo negativo tanto en extranjeros que
vivían y se han marchado en más cien mil, como de españoles que dejan nuestro
país ante la falta de oportunidad en número cercano a los ciento cincuenta mil,
si a esto le sumamos los menores índices de natalidad, la población española
viene descendiendo en los últimos tres años en más de trescientas setenta y
ocho mil personas.
A veces me cuestiono, y estos días mucho más, qué
pasaría si hoy hubiera que aprobar la Declaración Universal de los Derechos
Humanos, ¿se aprobaría?, la verdad que tengo mis dudas, aunque total con no
cumplirla, sino ¿qué ocurre con su artículo 25?
1.
Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como
a su familia, la salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el
vestido, la vivienda, la asistencia médica y los servicios sociales necesarios;
tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo, enfermedad,
invalidez, viudez, vejez u otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia
por circunstancias independientes de su voluntad.
2.
La maternidad y la infancia tienen derecho a cuidados y asistencia especiales.
Todos los niños, nacidos de matrimonio o fuera de matrimonio, tienen derecho a
igual protección social.
Dejo aquí su enlace, no vendría mal que de vez en
cuando hiciéramos un ejercicio de reflexión, sobre todo aquellas personas con
responsabilidad y acción política de las que va a depender, con sus decisiones,
el que al final avancemos o retrocedamos en derechos ya aprobados, y en los
últimos años el camino se ha puesto cuesta arriba, de todos dependerá de que
podamos volver a encauzarlo.