Estos dos conceptos que se pueden complementar y que
se complementan, en muchas de las ocasiones se convierten en antagonistas
cuando del ámbito social tenemos que hablar, y me explico.
Desde el Sistema de Servicios Sociales se abordan
todas aquellas situaciones que impiden o dificultan que el conjunto de las
personas puedan acceder a cuotas de bienestar social. Todo ello debiendo de ser
abordado desde el prisma de la justicia social y con objetivos a alcanzar como
el de la igualdad para todas/os. Donde el concepto de solidaridad se encuentra
implícito.
Pero a su vez el concepto de la “solidaridad” que es un
valor a fomentar y a inculcar, en muchas de las ocasiones, y últimamente cada
vez más sobre todo desde diferentes modelos, viene a suplir derechos sociales.
Y se plantean actividades y objetivos de ayuda y/o intervenciones sociales bajo
ese paraguas olvidando e incluso sin mencionar que el fin principal que da
origen a este principio debe de situarse en el derecho que tienen las personas
a tener cubiertas sus necesidades desde la protección social, siendo esto una
responsabilidad colectiva, no individual, y de las administraciones públicas en
sus diferentes niveles de competencia.
El que desde los Servicios Sociales se actúe solidariamente
es un elemento que debe de estar presente, pero el que bajo discursos de “solidaridad”
se intenten suplir derechos coloca a estos en una situación de abandono y de
olvido. Bajo el riesgo de aceptar y de reforzar posiciones en las que lo social
es algo de la “buena voluntad” de la gente sin más. Nos sitúa en tiempo pasados
donde nuevamente las necesidades y las problemáticas sociales son atendidas
desde la caridad.
La falta de recursos económicos y por ende de recursos
humanos y materiales que han sufrido y siguen sufriendo las administraciones
públicas y los colectivos que desarrollan las políticas sociales, no debieran
de ser cubiertas bajo el mantra de una “solidaridad” a mi entender mal
entendida.
Estamos en un constante bombardeo de carreras solidarias para
recaudar fondos, recogidas de alimentos solidarias, exposiciones solidarias,
comidas, cenas solidarias, actos solidarios en general … los cuáles me parecen
perfectos de cara a sensibilizar y trasladar una realidad, pero donde el
concepto de “derecho”, en muchas de las ocasiones, no se percibe ni se recoge
por ninguna parte, llegándose aceptar y trasladar que ese debe ser el medio para
poder alcanzar los fines que se plantean.
En tanto en cuanto no aceptemos que los recursos
destinados al ámbito social no pueden ser vistos como un gasto sino como una
inversión y que sólo el avance en derechos es lo que ha venido a generar más
bienestar eliminando desigualdades y generando cohesión social, los Servicios
Sociales (con todo lo que lo conforma) seguirá siendo la cenicienta de las
políticas con mayúscula, porque para cubrir sus necesidades ya está la “solidaridad”.