domingo, 29 de septiembre de 2024

Servicios Públicos para mejorar la vida de la gente

En menos de quince años han estallado dos crisis que han puesto sobre las cuerdas la protección social en España. La crisis financiera de 2008 y la crisis sanitaria a raíz de la COVID-19, que ha promovido unas dinámicas exclusógenas con un impacto diferencial en la sociedad incidiendo significativamente en aquellos sectores de población más vulnerables (Arredondo y Macias, 2022).

El escenario pospandemia, podríamos pensar que se convierte en una oportunidad para el cambio, a raíz de las experiencias vividas, así como del plan de reconstrucción europeo. Pero muchas de las veces a vista de las decisiones que se vienen tomando, parece que esta oportunidad para el cambio ha sido olvidada.

Seguro que todas y todos hemos escuchado en muchas ocasiones frases que se han hecho famosa, latiguillos que quedan bien:

No dejemos nadie a tras, o hagamos una intervención social centrada en la persona.

Como digo suenan bien y lo que nos dice es que la gente es lo primero…

Estos días se ha hecho público el último informe de Intermon Oxfam bajo el título:

DESIGUALDAD S.A.

El poder empresarial y la fractura global: la urgencia de una acción pública transformadora

En sus primeras líneas se puede leer:

“Desde 2020, la riqueza conjunta de los cinco hombres más ricos del mundo se ha duplicado. Durante el mismo período, la riqueza acumulada de cerca de 5000 millones de personas a nivel global se ha reducido. Las penurias y el hambre son una realidad cotidiana para muchas personas alrededor del mundo. A este ritmo, se necesitarán 230 años para erradicar la pobreza; sin embargo, en tan solo 10 años, podríamos tener nuestro primer billonario.”

Podemos pensar que esto no va con España, pero si, también va…

Me rebelo cuando veo que aún se realizan recogidas de alimentos, de juguetes y de material escolar, para menores, cuando llegan las clases, y pienso, pero esto es real… Pero además son actividades y líneas de acción que le encanta a la derecha y porque no decirlo también alguna izquierda. Medidas que inciden y perpetúan la benefician, contra el reconocimiento de derechos.

Está demostrado que sólo desde el reconocimiento de derechos, las sociedades avanzan. Y que, en la actualidad, recordemos el informe de Oxfam, si cabe se hace más que necesario políticas públicas para la gran mayoría de personas. Políticas públicas que vengan a cubrir necesidades tan básicas como tener un techo, una vivienda para generar un proyecto de vida.

Este es el gran problema que tenemos en la actualidad, un problema que no se ha generado de la noche a la mañana, sino que se viene produciendo desde hace muchos años. En los últimos 30 años en España el 85% de la vivienda construida ha sido de renta libre por un 15% de protección, en Málaga donde estamos, los datos aún son peores un 94% de renta libre sobre un 6% de protección.


Pero si nos vamos a un tiempo más corto, los últimos 4 años, en la provincia de Málaga de las viviendas visadas el 98,4% han sido libres por un 1,6% de protección. Como ven no es una cuestión que haya surgido de manera imprevista, sino que viene siendo un proceso de años donde no se ha querido o no se ha sido capaz de atajarlo reconociendo el derecho y proyectando un gran plan de vivienda pública en el conjunto del Estado.

Pero si la vivienda es un problema y requiere de políticas públicas, que voy a decir de la sanidad, donde el incremento en las listas de espera afectando a miles de andaluces ó las reducciones drásticas de personal sanitario para poder atender de manera adecuada la demanda actual, no es sino una estrategia planificada de cara a la implantación de un sistema privado de salud a costa del sistema público.

O en educación, con una gran oportunidad para la mejora de las ratios en centros escolares ante la bajada de la natalidad, que no se realiza. Abriendo las puertas con grandes facilidades a entidades educativas privadas. Donde posiblemente es en el ámbito de la formación profesional y en el de la universidad los que en un mayor número se están produciendo. En Málaga ya se encuentran aprobadas dos nuevas universidades privadas las cuáles no cumplen requisitos y parámetros en cuanto, entre otros aspectos, a investigación y transferencia, que si es exigida a las universidades públicas, primando por encima de cualquier variable el “negocio”. Por dar un dato la matrícula en la Universidad Alfonso X el Sabio, una de las aprobadas para Málaga, oscilaba en el curso 2022-23 para el grado en Medicina en 21.150 euros anuales por los 7.630 euros anuales para el grado en Nutrición Humana y Dietética. Si se compara entorno a los 800 euros que significa el coste anual en la Universidad de Málaga, y por ende en las universidades andaluzas, la diferencia queda más que patente.

Y si hablaba de sanidad y educación, no puedo dejar de lado el ámbito de los Servicios Sociales, con un sistema que sigue anclado en muchos de los casos en modelos benefactores y de otra época: que voy a decir de la intervención en zonas desfavorables a través de la Estrategia ERACI que aparece y desaparece o ante la falta de personal que permita realizar adecuadas intervenciones, y sin disponer de un catálogo de prestaciones del Sistema Público, con una ley de Servicios Sociales aprobada en 2016 que establece que el catálogo estaría aprobado en un plazo de 12 meses, hoy siete años después se sigue esperando. O de la dependencia con una demora en la actualidad de 603 días, más de un año y medio, como tiempo que se tarda en resolver una solicitud en todo su proceso, cuando la norma establece que se deberá de realizar en un plazo no superior a los 6 meses.

No podemos olvidar que estamos ante los denominados pilares del estado de bienestar. Esos pilares que vienen a sujetar, a construir, una sociedad donde prime la justicia social tal y como se recoge en nuestra constitución, pero que se incumple en muchos de sus preceptos, y no pasa nada.

Apostar y defensar de manera tajante unos servicios públicos que den cobertura al conjunto de la población, es poner a la gente lo primero, por que estos se convierten en garantes de la igualdad y por ende en el mejor de los recursos para abordar la desigualdad. Y para ello es necesario que estén dotados económicamente como se requiere, porque el problema no está en disponer de los recursos económicos, el problema está en como estos se distribuyen a nivel presupuestario y sobre todo en cómo y sobre quienes se aplican las medidas de recaudación de impuestos, donde realmente lleguemos al cumplimiento de que estos sean progresivos y quien más tiene más aporte.

El debate es vuestro.

domingo, 15 de septiembre de 2024

El Dato

Bajo el título de "El Dato", vengo publicando una serie de informaciones concretas y objetivas, de variables sociales, obtenidas de fuentes oficiales a nivel cuantitativo. 

Pequeñas notas con las que no pretendo otra cosa que facilitar información fiable que pueda servir no sólo para visibilizar la radiografía actual sobre las variables publicadas, sino también para contrarrestar el volumen de noticias falsas, "fake news", que en muchas de las ocasiones se publican, ya saben: "la información es poder" y la desinformación nos lleva a lo desconocido.

Aquí los últimos "Datos" publicados:






domingo, 21 de julio de 2024

El acceso a la vivienda, necesidad de un cambio de paradigma

Siempre me he definido que soy mucho más cuantitativo que cualitativo, de ahí que la gran mayoría de mis aportaciones académicas: artículos científicos, capítulos de libros, monografías, etc., sobresale lo cuantitativo sobre lo cualitativo. 

Pero en esta entrada, sobre la que vuelvo abordar el acceso a la vivienda, es tanto lo que se escucha a nivel cuantitativo que veo necesario realizar y profundizar desde otros enfoques. Aunque si es por datos, aquí van algunos en lo referido Andalucía y más concretamente: Málaga, mi ciudad:

-  en el primer trimestre de 2024 se han producido 972 lanzamientos con cumplimiento positivo en Andalucía, donde es Málaga la que sigue encabezando esta variable al representar el 28% del total,

- en este primer trimestre el 71% de los lanzamientos han estado relacionados con los arrendamientos urbanos, y el 29% por el impago de hipotecas en Andalucía, a nivel de Málaga estos porcentajes se sitúan en un 84% por arrendamiento y un 16% por hipoteca,

- en el período 2020-2023 se han visado en Málaga 24.913 viviendas, de las que el 98,42% han correspondido a vivienda libre y el 1,27% a vivienda de protección, (Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga),

- el perfil de las personas que son demandante de vivienda pública en Málaga sería el de: una mujer, de entre 35 y 50 años, que prefiere alquilar a comprar y con unos ingresos que no superan los 900 euros mensuales.

Lo dejaré aquí sino va a parecer que efectivamente estoy ante una entrada pura y dura cuantitativa, pero no es el caso, aunque es obvio que la disponibilidad y el análisis de estos y otros datos nos facilita la radiografía de una realidad que en estos momentos se ha convertido en el epicentro del debate público malagueño, como mínimo. Otra cuestión es que además se convierta en el eje de las políticas sociales a nivel nacional, autonómico o local, cuando además los dos últimos ámbitos son los máximos competentes para ello.


Desde ese polo cualitativo sobre el que planteaba enfocar esta entrada, no se puede olvidar que el sistema económico actual hace del consumo la pieza clave para su supervivencia, en la que el bienestar trasciende elementos personales y se encuentra centrado en la obtención de beneficios económicos (Navarro, Torres y Garzón, 2011). Esta máxima viene marcando el comportamiento y las decisiones que, de manera directa o indirecta, se han venido tomando en los diferentes ámbitos que afectan al bienestar de las personas, entre ellos el acceso a la vivienda.

Por tanto se podría indicar que o se cambia el paradigma desde el que se observa y se interviene sobre la vivienda, o simplemente se irán poniendo parches sin resolver de manera estructural el problema. Es cierto que son muchos los poderes económicos, porque son muchos los beneficios que a su vez se están generando, los que actúan de contrapoder para que nada se modifique o a lo sumo se de cierto barniz de cambio para que todo siga igual.

Mientras tanto se intenta generar enfrentamiento y enemigos como estrategia, sin entrar en el fondo de la cuestión, bien por incapacidad o simplemente por falta de argumentos antes hechos tan evidentes, tal y como indicaba el lema de la reciente manifestación (29J) "Málaga para vivir y no para sobrevivir". 

Exigir, porque es un derecho, el acceso a una vivienda digna y adecuada es tan obvio y tan lógico que es imposible rebatir, y cuando este no se cumple ni de lejos ni se prevé que vaya a resolverse en el corto o medio plazo, la alternativa es confundir convirtiendo objetivos específicos como si fueran los generales que se pretenden alcanzar, no perdamos de vista, acceder a una vivienda. 

En la pandemia, o posiblemente ya antes, se puso de moda aquello de "situar a la persona en el centro de la intervención" o lo de "no dejar nadie atrás", como otras muchas cosas pasó la pandemia y nos olvidamos o es que nunca estuvo realmente en el enfoque a la hora de abordar diferentes situaciones-problemas. El acceso a la vivienda requiere de soluciones urgentes ante la situación tal a la que se ha llegado por la inacción de los poderes públicos en la defensa del bienestar de quienes los eligieron, o simplemente porque comparten, aunque no lo digan, que la vivienda es una mercancía y el que no pueda acceder pues será un problema del mercado, que el propio mercado resolverá, aunque parezca kafkiano. Eso si y ejemplos hemos tenido, si de pronto ocurriera una debacle como la de 2008 los que hoy hacen negocio con la vivienda exigirían apoyo del resto de la sociedad para cubrir sus "pérdidas", como ya pasó estas se socializarían sin mayor problema.

En tato en cuanto no se resuelva el debate de la vivienda como un bien de mercado o un derecho (más allá de lo que digan las normas), el problema seguirá existiendo. 

domingo, 23 de junio de 2024

El reto #TrabajoSocialenlaCumbre "alcanzado"

Lo que hace un año era una ilusión, un reto, ayer con la subida al pico Mulhacén (Granada), lo hicimos realidad.



domingo, 26 de mayo de 2024

El 9J, una oportunidad para el rol activista del Trabajo Social

No es la primera vez que inicio una entrada realizando un recordatorio de cuál es la definición de Trabajo Social, así: 

Fuente: Emblema de la profesión BOE 276
(18 de noviembre de 1966)
 
"El trabajo social es una profesión basada en la práctica y una disciplina académica que promueve el cambio y el desarrollo social, la cohesión social, el fortalecimiento y la liberación de las personas. Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad son fundamentales para el trabajo social. Respaldada por las teorías del trabajo social, las ciencias sociales, las humanidades y los conocimientos indígenas, el trabajo social involucra a las personas y las estructuras para hacer frente a desafíos de la vida y aumentar el bienestar". (Aprobada por la Asamblea General de la International Federation of Social Workers - FITS y la Asamblea General de la IASSW en julio de 2014)

Y ¿porqué vengo a plantearla?. En los tiempos convulsos que vivimos, aunque se podría pensar que tiempos no han sido convulsos, destacaría la victoria del individualismo sobre lo comunitario, del búscate la vida a las dinámicas de participación para la búsqueda de soluciones y de mejoras en todos los terrenos, y aunque la pandemia nos dejo ejemplos muy evidente de lo contrario, de poco ha servido.

El sistema consumista en el que vivimos se encuentra al acecho y sabe esperar, y ante cualquier indicio de lo que puede ser un posible cambio de modelo este no se produce sino al revés, resurge con más fuerza, y como aquella expresión que nos enseñaban en la escuela al igual que "la energía esta nunca se destruye solo se transforma."

Individualismo, consumismo, vulnerabilidad, exclusión, desigualdad, falta de participación, ... son toda una serie de variables y características que se mantienen en el tiempo y que desde la teoría se plantea como las que deben de ser objeto de la intervención desde el Trabajo Social para su transformación, ¿no?.

Suelo hacer una pregunta al alumnado al que imparto clase, si participan o pertenecen alguna entidad social, aunque sea la comunidad de vecinos, y año tras año los índices son menores, el desánimo y el desinterés por el cambio se evidencian, no voy a generalizar porque no sería justo pero digamos que es una gran mayoría. Sin olvidar que teóricamente nos situamos ante esa población que en unos años deberá de ejercer la función y los roles que nos define, donde el activismo desde su concepción más amplia se encuentra de manera incontestable.

Me dá la sensación que estoy siendo algo negativo y poco optimista con esta entrada, y realmente me quisiera equivocar, pero hay realidades tan potentes de injusticia social, de exclusión y de desigualdad en las que miles de personas pasamos como si no fuera con nosotros (me incorporo también), que me hace cuestionar que no vamos para mejor ... y que efectivamente el "sistema" nos ha inoculado. 

En unas semanas se votará para las elecciones europeas, unas elecciones que históricamente se han significado por una muy baja participación, las vemos tan lejos, pero que nos marcan mucho más de lo que nos pudiéramos imaginar. Pero es que en esta ocasión el riesgo de que la extrema derecha obtenga unos resultados históricos, según las encuestas, es más que evidente, pero parece que eso tan poco vaya con nosotros. Nuevamente y tirando de nuestra definición del Trabajo Social, a la que nos debemos, nos requiere a ser actores participantes donde pongamos en primera línea "Los principios de la justicia social, los derechos humanos, la responsabilidad colectiva y el respeto a la diversidad..." cuidado ya que de lo contrario puede llegar un día en que digamos: "Ahora vienen a por mí, pero es demasiado tarde" (Bertolt Brecht). (También lo puedes escuchar en el siguiente enlace: https://go.ivoox.com/rf/129417960)

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