domingo, 21 de julio de 2024

El acceso a la vivienda, necesidad de un cambio de paradigma

Siempre me he definido que soy mucho más cuantitativo que cualitativo, de ahí que la gran mayoría de mis aportaciones académicas: artículos científicos, capítulos de libros, monografías, etc., sobresale lo cuantitativo sobre lo cualitativo. 

Pero en esta entrada, sobre la que vuelvo abordar el acceso a la vivienda, es tanto lo que se escucha a nivel cuantitativo que veo necesario realizar y profundizar desde otros enfoques. Aunque si es por datos, aquí van algunos en lo referido Andalucía y más concretamente: Málaga, mi ciudad:

-  en el primer trimestre de 2024 se han producido 972 lanzamientos con cumplimiento positivo en Andalucía, donde es Málaga la que sigue encabezando esta variable al representar el 28% del total,

- en este primer trimestre el 71% de los lanzamientos han estado relacionados con los arrendamientos urbanos, y el 29% por el impago de hipotecas en Andalucía, a nivel de Málaga estos porcentajes se sitúan en un 84% por arrendamiento y un 16% por hipoteca,

- en el período 2020-2023 se han visado en Málaga 24.913 viviendas, de las que el 98,42% han correspondido a vivienda libre y el 1,27% a vivienda de protección, (Colegio Oficial de Arquitectos de Málaga),

- el perfil de las personas que son demandante de vivienda pública en Málaga sería el de: una mujer, de entre 35 y 50 años, que prefiere alquilar a comprar y con unos ingresos que no superan los 900 euros mensuales.

Lo dejaré aquí sino va a parecer que efectivamente estoy ante una entrada pura y dura cuantitativa, pero no es el caso, aunque es obvio que la disponibilidad y el análisis de estos y otros datos nos facilita la radiografía de una realidad que en estos momentos se ha convertido en el epicentro del debate público malagueño, como mínimo. Otra cuestión es que además se convierta en el eje de las políticas sociales a nivel nacional, autonómico o local, cuando además los dos últimos ámbitos son los máximos competentes para ello.


Desde ese polo cualitativo sobre el que planteaba enfocar esta entrada, no se puede olvidar que el sistema económico actual hace del consumo la pieza clave para su supervivencia, en la que el bienestar trasciende elementos personales y se encuentra centrado en la obtención de beneficios económicos (Navarro, Torres y Garzón, 2011). Esta máxima viene marcando el comportamiento y las decisiones que, de manera directa o indirecta, se han venido tomando en los diferentes ámbitos que afectan al bienestar de las personas, entre ellos el acceso a la vivienda.

Por tanto se podría indicar que o se cambia el paradigma desde el que se observa y se interviene sobre la vivienda, o simplemente se irán poniendo parches sin resolver de manera estructural el problema. Es cierto que son muchos los poderes económicos, porque son muchos los beneficios que a su vez se están generando, los que actúan de contrapoder para que nada se modifique o a lo sumo se de cierto barniz de cambio para que todo siga igual.

Mientras tanto se intenta generar enfrentamiento y enemigos como estrategia, sin entrar en el fondo de la cuestión, bien por incapacidad o simplemente por falta de argumentos antes hechos tan evidentes, tal y como indicaba el lema de la reciente manifestación (29J) "Málaga para vivir y no para sobrevivir". 

Exigir, porque es un derecho, el acceso a una vivienda digna y adecuada es tan obvio y tan lógico que es imposible rebatir, y cuando este no se cumple ni de lejos ni se prevé que vaya a resolverse en el corto o medio plazo, la alternativa es confundir convirtiendo objetivos específicos como si fueran los generales que se pretenden alcanzar, no perdamos de vista, acceder a una vivienda. 

En la pandemia, o posiblemente ya antes, se puso de moda aquello de "situar a la persona en el centro de la intervención" o lo de "no dejar nadie atrás", como otras muchas cosas pasó la pandemia y nos olvidamos o es que nunca estuvo realmente en el enfoque a la hora de abordar diferentes situaciones-problemas. El acceso a la vivienda requiere de soluciones urgentes ante la situación tal a la que se ha llegado por la inacción de los poderes públicos en la defensa del bienestar de quienes los eligieron, o simplemente porque comparten, aunque no lo digan, que la vivienda es una mercancía y el que no pueda acceder pues será un problema del mercado, que el propio mercado resolverá, aunque parezca kafkiano. Eso si y ejemplos hemos tenido, si de pronto ocurriera una debacle como la de 2008 los que hoy hacen negocio con la vivienda exigirían apoyo del resto de la sociedad para cubrir sus "pérdidas", como ya pasó estas se socializarían sin mayor problema.

En tato en cuanto no se resuelva el debate de la vivienda como un bien de mercado o un derecho (más allá de lo que digan las normas), el problema seguirá existiendo. 

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