Este pasado fin de semana se realizaba, un año más, la gran
recogida de alimentos. Una actividad “solidaria” donde se aporta lo que puedes,
o lo que te sientes obligado por el momento en el que se realiza ante la
presión de grupo que se produce.
En un par de ocasiones al acudir a dos distintos
supermercados me encontré con las personas que se encargaban de esa recogida,
al ofrecerme la bolsa antes de entrar les dije que no, dándole las gracias. En
el fondo deseaba que me preguntarán ¿Por qué no le cogía la bolsa? Es obvio que
no era su cometido cuestionar ni a las personas que se la cogían ni a las que
como yo no lo hicieron. Incluso tuve la tentación en unas de las ocasiones en darles
una explicación, me sentía casi obligado a realizarlo, y la palabra que más me
venía a la mente para justificar mi negativa era la de DERECHO.
Junto a esta gran recogida y aunque durante todo el año se
vienen produciendo, pero en estas fechas mucho más, se acercan las cenas
solidarias, las recogidas de juguetes, las tómbolas y los rastrillos y todo lo
que venga a trasladar que, aunque sea sólo por un día, somos muy buenos porque nos
acordamos de personas que pasan hambre, de niños que no tienen juguetes, y me
viene a la mente la misma palabra DERECHO.

Como se suele decir con toda la razón las palabras son muy
importantes porque construyen mensajes, y estos a su vez generan opinión, desde
aquí lanzo una propuesta de observación si hay una palabra inexistente en todos
los actos solidarios ya mencionados que no existe y posiblemente ni se la
espera, es la de
DERECHO. El derecho
que todas las personas simplemente por serlo tienen a tener cubierta sus
necesidades básicas, el concepto de
DERECHO es el gran olvidado no se si de
manera intencionada o simplemente porque ni se piensa ni se cree en el.
Y esa era mi respuesta que tenía preparada para la persona
del supermercado, más allá de recoger alimentos hay que defender derechos, y
estos no se defienden ni se reivindican desde la caridad y la limosna, un modelo
asistencialista que viene a fomentar este tipo de acciones. Yo quiero que con mis
impuestos se cubran las necesidades que tenemos todas las personas, y no que una
posible necesidad mía pueda o tenga que ser cubierta esperando a la “solidaridad”
de unos pocos.